En un artículo publicado ayer en el diario Sur se hace un repaso muy interesante a todo el proceso que salpica a la Junta de Andalucía, que se ha convertido en la segunda mayor causa judicial de la historia del país con 123 imputados, sólo superado por el caso 'Nilo', una estafa con premios de lotería que llego a sentar a 168 acusados en el banquillo (310 detenidos y 104 condenados). Os dejo el artículo completo publicado en Sur.
Ley o delito, el pulso entre Alaya y Griñán
16.09.13 - 01:11 - CECILIA CUERDO | SEVILLA.
La juez instructora del caso de los ERE fraudulentos
pagados con dinero público ha alcanzado la cúspide de la pirámide al
poner negro sobre blanco la responsabilidad de la cúpula de la Junta en
el escándalo de corrupción, si no por beneficiarse directamente, sí al
menos por hacer la vista gorda. Además de aclarar las sobrecomisiones,
los intrusos en las prejubilaciones y las subvenciones a 'amiguetes' del
PSOE andaluz, Mercedes Alaya libra un tenso pulso con la administración
regional socialista de la última década al entender que pervirtió un
sistema de ayudas con una finalidad fraudulenta.
A finales de los noventa, la Junta encontró en el auxilio a
empresas en crisis una vía para alcanzar la paz social y evitar
conflictos con trabajadores que veían peligrar sus empleos. Sin ningún
compromiso por parte de la empresa afectada, porque el coste lo asumía
la Administración. La forma de agilizar esos pagos era mediante el
mecanismo denominado «transferencias de financiación», un recurso legal
habitual en todas las administraciones, aunque con fines distintos.
Según establece la ley, son «aquellas aportaciones
dinerarias entre la administración de la Junta de Andalucía y otras
administraciones públicas o entes públicos destinadas a financiar
globalmente la actividad». Un destino muy alejado de ayudas
sociolaborales como las prejubilaciones.
Al ser una suerte de créditos genéricos, el servicio de
Intervención de la Junta se limitaba a aprobar el gasto, pero no
fiscalizaba el destino final del dinero. Así, la Consejería de Empleo
realizaba los trasvases a entes públicos como el IFA (Instituto Fomento
Andaluz) o más tarde IDEA (Agencia de Innovación y Desarrollo), que sin
supervisar los expedientes se limitaban a pagar las ayudas que ordenaba
la Dirección General de Trabajo como si fueran subvenciones directas.
Según reflejan los investigadores en el sumario, el
propósito era «prácticamente eliminar las posibilidades de fiscalización
(...) facilitando así el descontrol absoluto de las ayudas». Hasta el
año 2001 estas transferencias no se normalizaron incluyéndose en los
Presupuestos regionales gracias a la aprobación de un convenio-marco
ideado por el exconsejero Antonio Fernández -que estuvo encarcelado por
este caso- y su antecesor y diputado nacional, José Antonio Viera.
La alegría y el descontrol a la hora de mover el dinero
hicieron que los compromisos fueran a más, con lo que iban sucediéndose
las modificaciones presupuestarias para engordar la partida inicial de
la que se nutrían las ayudas, a la que el exdirector de Trabajo Javier
Guerrero bautizó como 'fondo de reptiles'.
El fondo pasó en una década de 721 a casi 1.500 millones.
Estas modificaciones, que debían ser aprobadas por la consejería de
Hacienda -de ahí la hipotética responsabilidad de Magdalena Álvarez o
José Antonio Griñán, ambos extitulares de esa cartera-, provocaron
graves desfases presupuestarios, según alertó la Intervención General,
que no obstante no detectó «menoscabo de fondos públicos».
Tras saltar el escándalo de corrupción en 2009, la Junta
terminó por cambiar el sistema para establecer una mayor fiscalización y
evitar un fraude que, de momento, se cifra en casi 140 millones de
euros.
Dos enfoques
La pugna con la juez Alaya radica en que ésta predica la
ilegalidad del sistema y que el uso del mecanismo de transferencias es
«completamente inadecuado», encuadrando las ayudas a las regulaciones
laborales como subvenciones excepcionales.
La Junta, por contra, critica la criminalización de un
procedimiento cuando lo que habría es un uso fraudulento del mismo,
aunque ya no reduce el problema a «cuatro golfos», como al principio. Y
acusa a Alaya de vulnerar el principio de legalidad, dado que las
transferencias están recogidas en la ley de Presupuestos que anualmente
aprueba el Parlamento y la juez no es competente para cuestionar una
norma autonómica. Llevando al absurdo el razonamiento de la juez, los
socialistas esgrimen que deberían estar implicados todos los
parlamentarios que aprobaron las cuentas autonómicas durante una década.
Por si fuera poco, la semana pasada Griñán aportó un nuevo
elemento de debate, al recordar que la ley de Subvenciones, el marco
general, se aprobó a finales de 2003, con lo que difícilmente el
convenio autonómico de 2001 que amparaba las ayudas anómalas podía
vulnerarla. Tanto él como Magdalena Álvarez insisten en que desde el
área de Hacienda solo se aprobaba el gasto de Empleo, y que no eran
responsables sobre el destino de unos fondos de otra consejería.
La Fiscalía Anticorrupción da parte de razón a ambas
partes. Entiende lógico que la Justicia pueda tomar declaración a la
cúpula política de las consejerías de Empleo, Hacienda, Economía e
Innovación, y al presidente autonómico como responsable último, aunque,
al tiempo, emplaza a Mercedes Alaya a demostrar el conocimiento del mal
uso del fondo por parte de los imputados. Unos argumentos que, de
momento, le ha dicho a la juez que no tiene o no ha desvelado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario