jueves, 28 de febrero de 2013

OP: ¡Andalucía Resiste!

Hoy es el Día de Andalucía. Se trata de un gran día, por supuesto marcado en el calendario. Claro que el calendario está lleno de días marcados. Está el Día de la Banderita. El Día Internacional de la Lengua Materna, que ha sido el 21 de febrero, cómo olvidarse. El Día Meteorológico Mundial. Día del Coleccionista. Día Internacional de la Voz; y no precisamente como homenaje a Frank Sinatra. Día Marítimo. Día Universal del Ahorro, muy apropiado para tirar la casa por la ventana con las celebraciones. Día Panamericano del Ingeniero. Día del calzado. Día Mundial de la Población. Y muchos más. No hay día que no sea un Día de algo.

A pesar de todo el Día de Andalucía es una festividad señalada, el día para hablar de los desafíos ante el futuro, de los grandes problemas que afectan a la mayor comunidad. El presidente Griñán volverá, una año más, a hablar de la Libertad. Es lógico. La Libertad es el tema clave en Andalucía. Sin duda en la cola del paro no se habla de otra cosa.

-Lo esencial es la idea de la libertad positiva de Isaiah Berlin.
-Yo creo, como Steiner, en  las intuiciones éticas.
-Qué razón tiene Hayek; se abusa del concepto.

Ante la gran cuestión de la Libertad, a quién le puede preocupar el paro. Eso es solo un pequeña coyuntura que afecta a millón y medio de personas, a unos pocos cientos de miles de familias. Como el Federalismo. Si se puede hablar de Federalismo, quién querría hablar de la corrupción, del imperativo de la regeneración ética en la gestión pública a la sombra de los Eres.

Hay que trascender en el Día de Andalucía, y Griñán sin duda volverá un año más a dedicar grandes palabras al Estado del Bienestar, como su depositario providencial. Así, con mayúsculas. Y sería estúpido caer en la miopía de hablar de la tasa de camas hospitalarias por habitantes, el fracaso del Informe Pisa, los centros sociales estrangulados por los recortes… Esos son detalles secundarios cuando hay un gran Estado del Bienestar. Y Andalucía puede presumir de ser el modelo, con más ringorrango que Dinamarca, Canadá o Nueva Zelanda.

De hecho, las Juventudes Socialistas presentaron ayer una campaña titulada ‘Andalucía Resiste’. Es una llamada casi de zafarrancho de combate contra las tropas monclovitas de Rajoy que recortan el Estado del Bienestar. La cosa suena al mítico ¡No pasarán! Por supuesto lo de menos es que Rajoy sí presida un Gobierno elegido con mayoría absoluta. El video exalta la lucha “por mantener los derechos que los demás están perdiendo”. Y la gente debe entender que el paro, las listas de espera y el fracaso escolar no tiene nada que ver con los treinta años de socialismo.

Desde luego, la campaña ‘Andalucía Resiste’ es un acierto. Su resistencia es asombrosa. Es capaz de resistir incluso majaderías como esa sin echarse a llorar.

Opinión de Teodoro León Gross para el diario Sur.

OP: 28 de febrero.

Andalucía es un mito, en el que los expertos no se ponen de acuerdo de su origen bíblico o griego. Andalucía es la tierra de promisión, la de la eterna promesa hecha ante una reja. Andalucía es el coño de la Bernarda, Alba; y de lo que le sale del mismísimo al señorito de los anillos, al señorito del taco y al señorito de los calzones roíos. Andalucía es una herencia, una deuda histórica, un agravio comparativo, el RAI, el ASNEF, la prima de riesgo, el “compro oro” y un no llego a pagar la hipoteca. Andalucia es el mejor escenario para el desencuentro, para la lucha inútil; en cada esquina hay un museo, un observatorio o un centro para el estudio y el recuerdo de ello. Andalucía es la multiplicación de los panes y los peces a golpe de BOJA; y las siete plagas de Egipto a golpe de BOE.

Andalucía es antonio banderas, un gato andaluz, un equilibrista que sobrevive todos los días como puede. Andalucía es un ecosistema emprendedor de un solo depredador, él mismo. Andalucía es tierra de los nuevos reyes y de sus familias. Andalucía es Murinho los lunes, una cifra el martes, la cifra contraria el miercoles, una ayuda europea por la mañana una cooperación con el Magreb por la tarde el jueves, las tumbas abiertas de los viernes, Urdangarin los sábados y un mitin del domingo. Andalucía es un ordenador para cada niña y para cada niño, los últimos de las estadísticas y futuros parados 2.0. Andalucía es un rotulo verde Pantone 356 delante de una obra sin terminar. Andalucía es el laberinto, Andalucía es el minotauro que nunca sale de su laberinto.

De acuerdo, todo esto es un tópico. Desde Despeñaperros a los Pirineos, toda España es un tópico; lleno de mitos, Bernardas, señoritos, reyes y familias. El elemento diferenciador andaluz solo son panes con aceite, trajes regionales y folclore; no otros. Tanto tiempo, esfuerzo y dinero para estar siempre en el mismo sitio, con la impresión de llevar un traje nuevo muy bonito sobre un cuerpo sucio por la mugre de siglos.

Opinión de José Antonio Moreno Márquez para el diario Sur.

OP: Ridículo, muy ridículo.

“Sentimos llegar la hora suprema en que habrá de consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España”. “Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad”. ”En todas las regiones o nacionalidades peninsulares, se observa un incontrastable movimiento de repulsión hacia el Estado centralista. Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional.” “Sean cuales fueren los procedimientos de que hubieren de valerse para mantener su dominio los Poderes Centralistas depredadores, estos Poderes deberán, con escarnio, ser abolidos. “No podrán contener sus ansias de libertad la acción opresora de los poderes centrales, porque éstos ninguna esencia representan (…), siendo impotentes las armas y los ejércitos todos ante la fuerza avasalladora, incontrastable, que expansiona los ideales de liberación oprimidos”. “Rechacemos la representación de un Estado que nos deshonra”.

Todas estas soflamas y acaloramientos nacionalistas no crea que son de Sabino Arana, de Carod Rovira, Artur Mas o siquiera Arnaldo Otegui. Son de Blas Infante. Sí, ese que reverenciamos mañana (por hoy). Ese por el que declaman todos los críos el día del pan con aceite. Ese que llaman el padre de la patria andaluza, puesta en toldo y peana. Toma ya, la patria andaluza. Y, oiga, que yo soy andaluz, me siento muy andaluz, adoro mi tierra, sus gentes, su gastronomía, su cultura y vivir aquí. Pero todo esto de Blas Infante, la patria andaluza y las coles de Bruselas me suena a gran majadería. Con el único fin además de entontecer y justificar las multiplicación de los panes y las instituciones y las medallas y los homenajes y las gaitas en vinagre. Y ser los garantes y defensores de un legado que, oiga, Dios lo tenga en su gloria con todos sus acabamientos de la vieja España, sus escarnios y sus Poderes Centralistas depredadores. Desgraciado es el país que necesita héroes, decía Bertol Brecht. Y ridículo. Muy ridículo.

Opinión de Julián Molina para el diario Sur.