domingo, 3 de octubre de 2010

OP: Capitalidad.

Como decía Sócrates, sólo sé que no sé nada. Y ante la falta de información, el problema es lo que se puede imaginar uno. Málaga ha sido expulsada de la carrera hacia la Capitalidad Cultural. ¿Injusticia? Sinceramente, no lo sé, porque no hay manera de saberlo. Y ahí está el problema de este asunto. Ahora vendrán los hermeneutas, algunos de ellos encuadrables en la categoría de 'enteraos', a decir por qué hemos perdido esta batalla. Vamos a ver. ¿Quién sabe en la ciudad, salvo los redactores del proyecto, cuál era el plan de Málaga para la Capitalidad Cultural? ¿Y quién sabe cuáles son los proyectos de las restantes ciudades en liza? Absolutamente nadie. Y ahí radica precisamente el problema, porque el oscurantismo con el que se ha llevado esta competición es lo que puede dar pie a interpretaciones torticeras. A falta del conocimiento de los proyectos en sí, es fácil caer en la tentación de agarrarse a los únicos datos objetivos que se ven desde fuera. Por ejemplo, cinco de las seis ciudades seleccionadas están gobernadas por el PSOE, bien en solitario, bien en coalición con los nacionalistas vascos y canarios. Seguramente sea una casualidad, aunque a la hora de sembrar dudas, las capitales perdedoras encabezadas por alcaldes populares pueden levantar esta bandera partidista. Para alimentar esta teoría de la conspiración también está el hecho de que la mitad del jurado está nombrado por el Gobierno. No caeré en la tentación de poner en entredicho la labor de estos juzgadores. Ahora bien, no se entiende que en la carrera para organizar unos Juegos Olímpicos, sin duda el acontecimiento con mayor repercusión mundial, se lleve a cabo con luz y taquígrafos y con la mirada de millones de personas a través de la televisión, mientras que para elegir la Capital Cultural se monte una sesión propia de la masonería. Con estos mimbres, pues, cabe todo, desde la teoría de la conspiración hasta los que pongan en duda que el proyecto desconocido era una auténtica birria. Yo, humildemente, me adhiero a la teoría del sabio filósofo griego...

Opinión de Javier Recio para Sur.

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