miércoles, 7 de julio de 2010

Opiniones sobre la caja única.

La magdalena de la caja única. Teodoro León Gross.

Lo de la caja única es como 'la magdalena de Proust', el mítico episodio de Chez Swann, cuando el escritor prueba una magdalena mojada en té que de repente le devuelve al mismo sabor de su infancia, un viaje a la memoria activado entre las papilas gustativas y el cerebro evocando aquellos días lejanos. Con la caja única ocurre algo similar. Apenas la mención de esas nueve letras basta para activar en el cerebro los años finales del siglo XX, cuando ese proyecto estaba en primera línea de la agenda andaluza, en el centro de una guerra de guerrillas de la clase política. Años después, sigue ahí, como el sabor de la magdalena de Proust, evocando una vieja realidad.
Ahora los dirigentes andaluces han regresado a 'la caja única'. Desde hace más de diez años Arenas era su mayor enemigo, y Griñán se había desmarcado de las interferencias políticas en los procesos de fusiones del sistema financiero. Ayer los dos se hicieron la foto, contra su propia costumbre, para hacer público el entusiasmo de ambos para liderar ese proyecto hasta ahora inaceptable. En su camino hacia el Damasco de 2012, parecen haber entendido al alimón que tenían la fe equivocada o un serio problema de miopía.
El fracaso del proyecto primitivo sumó dos factores muy andaluces, cada uno de ellos desastroso por sí solo: el cortoplacismo táctico de los dirigentes políticos y el localismo. La victoria socialista de 1996 casi había hundido las esperanzas de Arenas de un gobierno de derecha en Andalucía para su generación, así que nada le parecía menos interesante que una gran caja controlada por la Junta para aumentar su influencia. Desde entonces Arenas es, como los mayordomos de las novelas de Agatha Christie, el principal sospechoso de ayudar a matar los proyectos de fusión en Córdoba y otras ciudades. En todo caso no es el único, porque los propios dirigentes socialistas actuaron con tanta agresividad intervencionista que asustaron a los responsables de las entidades, incluso de izquierda, que se unieron a los alcaldes de campanario contra la amenaza inquietante del centralismo sevillano.
Ahora, muchos años después, los dirigentes andaluces parecen aceptar que Andalucía necesita una gran entidad. Perdieron la gran oportunidad de adelantarse a este proceso al que ahora llegan con retraso y con muchos problemas añadidos. No es tarde para rectificar, pero quizá es tarde para creer en ellos. Parece que Arenas simplemente ha entendido que puede ganar las elecciones y que le sería muy útil; y Griñán ya sabe que es una de sus bazas. Esta es su altura de miras. Un clásico de la política alemana ya dijo que 'el politiquillo trabaja para las próximas elecciones, y el estadista para las próximas generaciones'. Pues eso.

La sede, en Málaga. Javier Recio.

Peso específico. Este es el argumento que se utiliza en esta ocasión desde la provincia hermana para que la sede de la gran caja andaluza esté en Sevilla. El Ayuntamiento hispalense ha pedido que se retiren del debate cuestiones localistas. Vale. Sensu contrario, tampoco deben existir cuestiones centralistas, que tanto daño han hecho a Málaga. Aún está fresco el cadáver de la otrora sede de la Confederación Hidrográfica en la capital de la Costa del Sol. Si la regla para decidir dónde se instala la central de la futura entidad es el peso específico habrá que analizar el valor de una y otra caja. Vamos, eso es lo normal. De un lado, Unicaja presenta un activo total de 34.200 millones de euros, frente a los 28.200 de Cajasol. O sea, que en este parámetro gana la entidad malagueña. La sevillana supera en Unicaja en tasa de morosidad, pues la tiene más alta: el 6% frente al 2,8%. Lástima que en este índice más es menos. En patrimonio Unicaja le saca casi mil millones de diferencia a Cajasol y demuestra tener una mejor gestión, porque tiene 234 millones de beneficios antes de impuestos frente a los 95,1 de la caja sevillana.
Con estos datos está claro que Unicaja tiene bastante más peso específico que Cajasol, por lo que no debería existir ninguna duda sobre la ubicación de la sede. Hay que tener especial cuidado con este asunto. Y es que hay que contextualizarlo. Guste o no, cada vez que surge un proyecto de ámbito andaluz se demuestra que el sentimiento de Comunidad, como puede haber en el País Vasco, Cataluña o Galicia, apenas existe entre los habitantes de Andalucía. Eso es así. Ese germen no acaba de florecer. Aquí cada uno se identifica con su ciudad o, en un alarde de amplitud de miras, con su provincia. Pero en 'cuestiones de Comunidad' hay que superar este tipo de conductas. Por ello hay que actuar con equidad para no alimentar el desapego hacia Andalucía. El fiel de la balanza está claramente inclinado hacia Unicaja, por lo que la sede debe estar en Málaga. Ahora sólo hay que ser fiel a la balanza. Al peso específico.

Como reinos de taifa. Juan Teba.

Tenemos embargado nuestro ánimo colectivo como andaluces con la complicada operación de fusión de las cajas de ahorro andaluzas supervivientes de aquel largo proceso de concentración iniciado hace más de una década. Y nunca vimos algo parecido. El dilatado proceso negociador se ha llevado por delante a más de un representante político que lucía un cargo ejecutivo en algunos de estas cajas. Siempre recuerdo, al respecto, al catedrático de la Universidad de Sevilla don Manuel Olivencia, paciente y discreto suegro del mandatario político Javier Arenas, quien trató mucho al fundador (y dueño, si vale la denominación) de la Caja de Ahorros de Ronda, un auténtico pionero del ahorro andaluz y del que el doctor Olivencia fue consejero desinteresado y un amigo muy cercano.
Entonces, con la Transición política olisqueando alrededor de aquel proceso de concentración, nadie apostaba abiertamente por el final feliz de aquel proceso que siempre se presumió complicado. En aquellos años de la segunda mitad de la década de los setenta y primera mitad de los ochenta, había como una docena larga de entidades de crédito que se pretendía que desembocase en una que fuera poderosa, crediticiamente hablando y con implantación en todo el territorio andaluz. Aquí, pues, con la sombra histórica de los reinos de taifa, nadie daba un duro por el final feliz de proceso de concentración. Y, ahora, estamos casi a las puertas del final de aquel proceso que se presumía largo y complicado.
Y así fue, realmente, de forma que en estos auténticos prolegómenos del final del proceso, sólo queda a su aire, se podría decir, Caja Granada, que preside el perseverante Antonio Jara, ex alcalde de Granada y que, de entrada, ha preferido lo que los expertos llaman una 'fusión fría', o lo que es lo mismo, una fusión con entidades de crédito no andaluzas.
Sin embargo, el eje 'occidental', por llamarlo de alguna forma, que visualiza el paralelo Cajasol y Unicaja, no se ha dado aún por vencido y, alentado, todo hay que decirlo, por determinados intereses políticos que emanan del despacho del presidente del Poder autonómico. Aunque la feliz conclusión de este proceso de concentración no se visualiza de momento, y tampoco se descarta que se logre, finalmente, aunque hay que insistir en que la 'vocación' del presidente de Caja Granada y de una parte importante de la Granada ejecutiva y económica, no están por la labor. Y tampoco se espera ningún tono alto e imperativo desde el despacho de Griñán.

La sede de la gran caja. José Antonio Frías.

No se trata de vender la piel del oso antes de cazarlo, pero tampoco se puede ir por la vida cogiendo alúas. Ni una cosa ni otra; lo más recomendable es estar atento, alerta, para evitar sorpresas y envolventes comprometidas. De lo contrario, la batalla está perdida incluso con fuego amigo, que ya se conoce el dicho: cuerpo a tierra que vienen los nuestros. Y también es bueno llamar a las cosas por su nombre, abordar los asuntos con claridad, sin más rodeos que los que exigen la buena educación y el respeto a las formas, meollo de la convivencia.
Hablamos de la fusión de cajas en Andalucía, de ese horizonte en el que aparece una gran entidad resultado de la unión de Unicaja y de Cajasol. Esto está por ver todavía, y a buen seguro que el proceso será complicado, con muchas puntadas que dar, que será preciso derrochar fineza y temple y que surgirán, por supuesto, mil dificultades en el camino. Las entidades afectadas están en ello y los dirigentes políticos, vigilantes, apoyando la jugada tras el acuerdo logrado en este sentido entre José Antonio Griñán y Javier Arenas. Y no es menos cierto que hay que ser muy cuidadosos. Todo el mundo. Que se trata de un asunto sensible y, en consecuencia, hay que medir muy bien lo que se plantea, cómo se plantea y cuándo. Por ejemplo, la futura sede de esa gran caja. El tema ha saltado ya a la palestra y los alcaldes de Málaga y de Sevilla han fijado sus posiciones. Sin novedad: cada cual ha barrido para casa.
Ahora bien, la realidad y el peso de los datos, por ir a lo más claro e inmediato, son imbatibles a favor de Málaga como ciudad que tiene que acoger la sede de esa gran caja, al igual que acoge ahora la de la principal entidad en el tablero, Unicaja. Las realidades de la caja malagueña y la de la sevillana, Cajasol, son muy diferentes y, por tanto, no deben presentarse como iguales. A saber: Unicaja tiene un activo total de 34.200 millones frente a los 28.200 de Cajasol; una tasa de morosidad del 2,8% la primera y del 6% la segunda; Unicaja tiene provisionado el 157% de esa morosidad y sólo el 52% Cajasol; la diferencia de patrimonio es de más de mil millones de euros a favor de la malagueña y ésta duplica con creces los beneficios de la sevillana. Hay otros argumentos, económicos y políticos, aunque con estos parámetros debería ser suficiente para jugar el partido con tranquilidad. Pero por si acaso, vamos a seguir muy atentos. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. La corriente centralista.

Gran caja, gran sede. Teodoro León Gross.

No es la hora del localismo para dirimir la sede de la 'gran caja'. Sin embargo, eso es algo que hay que hacer, y habrá que hacerlo más pronto que tarde. De momento rige un criterio amenazante: 'no toca hablar de la sede'. Eso apunta a postergar el problema para imponer la solución cuando ya sea irreversible, como hecho consumado. La sede es parte de la propia fusión. Cuando los políticos empiezan a pastelear, hay que acojonarse. Y agarrarse la cartera.
El localismo no debe determinar la sede de la gran caja andaluza. Esto parece obvio. Es algo que debe determinar la política, y la Política con mayúsculas. Los dirigentes andaluces tienen la tarea incómoda de elegir. Lo de la sede no es fácil, como todo lo que afecta a lo simbólico, pero para eso se les paga. Y conviene cortar la imagen de los alcaldes con la boina envolviéndose en la bandera de su ciudad como agustinillas de Aragón dañando así la credibilidad del proyecto. Esto reclama Política, con sus tres ces: criterio, coraje, claridad.
El argumento para la sede no debería ser contable. Unicaja es mayor, y esa es una razón, pero una razón menor. La sede no debería decidirse por la altura de la morosidad, sino por la altura de la política. Treinta años de centralismo ha resucitado el adn de las taifas, el veneno del localismo. Ese centralismo casposo fue la semilla de la desvertebración, y ésta es otra oportunidad para desandar el fracaso autonómico. Si Granada es ya sede judicial, parece lógica la sede financiera de Málaga. Sin excusas bobas de capitalidades. De hecho muchas grandes economías tienen separada la sede política y financiera, según el modelo de EEUU con Washington y NY.
La sede simbólica es una opción siempre conveniente, y en este caso imprescindible. Ahí está el Banco Santander: la sede social nunca ha dejado el Paseo de Pereda en provincia, aunque haya otras plataformas de operaciones. Eso sí, lo simbólico y lo operativo no son excluyentes.
El papel de Unicaja va a ser clave. Su presidente es un hombre inteligente, discreto, escurridizo. Ha llegado al final del camino y está por ver cómo hace la retirada personalista a su Aventino. Es de Sevilla. Bajo su mandato, parte del éxito de Unicaja ha sido anteponer los intereses de la gestión a todo, pero ahora toca un punto clave: Unicaja debe devolver a Málaga lo que Málaga ha dado a Unicaja. Su responsabilidad social no acaba con el baloncesto o con el lío ése que han organizado en el puerto y pretenden justificar con un centro cultural bajo sospecha. Mientras Cajasol se prepara con la Torre Pelli como sede colosal en Sevilla, aquí Unicaja carece de una sede representativa. Esa imagen de provisionalidad no ayuda. Hay que mover ficha.

La sede cateta. Pedro Luis Gómez.

Ya nos han llamado catetos localistas. También cortos de miras. Igualmente nos acusan de ser insolidarios, de no tener espíritu de globalidad, de no ver más allá de tres cuartos y de no sé cuántas cosas más. Me encanta. Es el absurdo llevado a sainete en la historia política de esta Andalucía nuestra cargada de ilustres ignorantes que creen que por tener un cargo público ya son más que nadie. Afortunadamente no son muchos, pero desgraciadamente son los que hoy por hoy más suenan y más aparecen en los medios de comunicación.
En fin, que a los que nos llaman catetos localistas es a los malagueños, y el motivo es porque nos hemos atrevido, ¡oh, pobres de nosotros!, a reivindicar que la sede central de la futura gran caja de Andalucía, si es que llega, esté en Málaga, provincia que según la propia Junta, en definición de sus sucesivos presidentes y de sus respectivos consejeros de Economía y Hacienda, es la 'capital económica de Andalucía'.
Bueno, pues ya ha llegado la hora de la verdad: la de que lo que nos han dicho por activa y por pasiva y ha llenado la boca de muchos sea realidad. Dicen, los que se presentan como grandes estadistas, que lo de la sede es lo de menos. Mentira. Es muy importante. Fundamental. Y sería bueno que para evitar diatribas y polémicas cortesanas digan con claridad y rotundidad dónde estará la gran sede de la caja andaluza, que debe ser en Málaga, como todos ustedes comprenderán, pero ya saben que del dicho al hecho hay un trecho.
Decir que es lo de menos, que es cuestión baladí, que es de catetos, sólo hace retrasar un verdadero problema, una patata caliente que le estallará en las manos de quien lo decida, sobre todo porque la todopoderosa Sevilla, sede de todo y de todos, quiere aún más, y se proclama como enclave indiscutible, y así lo proclama a los cuatro vientos su ya defenestrado alcalde, el famoso Monteseirín.
El alcalde de Málaga, lógicamente, ha presentado la candidatura de nuestra capital. Lo mismo que ha hecho el de Sevilla. Desde el PSOE andaluz se han 'comido' a Francisco de la Torre. Lógicamente, a 'su' Monteseirín , ni mencionarlo.
¿Catetos? Pues sí, oigan, y con la cabeza alta. Pero no tontos. No enrollen la madeja y sean claros. Digan dónde estará la sede de la futura caja y comiencen a negociar. Esta vez, por estos lares cargados de catetos, no nos conformaremos con las migajas. Ya tenemos un máster en eso.

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