viernes, 5 de febrero de 2010

Bicentenario en Málaga de la Guerra de la Independencia.


Málaga les plantó cara a los franceces.

La Asociación Histórico Cultural Teodoro Reding se ha encargado de rememorar el bicecentenario de la Guerra de la Independencia con diversos actos conmemorativos y la recreación histórica en las calles de la defensa y toma de Málaga.

La ciudad conoció el 24 de enero de 1810 la noticia de que los franceses habían atravesado Sierra Morena. Este hecho produjo una gran conmoción y un grupo de malagueños, liderado por el coronel Vicente Abello, provocó una revuelta contra la Junta Local (Ayuntamiento), que parecía doblegada a rendir la ciudad. En esta acción le secundó el fraile capuchino Fernando Berrocal y los hermanos Bernardo y José San Millán, que eran escribanos públicos.

Al tiempo que llegaban noticias de que el IV Cuerpo del Ejército francés, al mando del general Horace Sebastiani, bajaba por Andalucía y ocupaba Granada (28 de enero) y Antequera (2 de febrero), Abello se hacía con el mando de la plaza, despojando a la Junta Local de la autoridad que tenía, proclamándose «capitán general de los patriotas de Málaga», según la historiadora Eva María Mendoza García.

Abello preparó a la ciudadanía para la revuelta. Los regidores Luis de Molina y José María Tentor, intuyendo la que se avecinaba, acudieron al coronel para que capitulase o se rindiese a los franceses y evitar una masacre. Éste le contestó: «Ni lo uno ni lo otro, que el que tuviese miedo se fuera por mar o por tierra, que él tenía ocho mil hombres dispuestos para el asalto», según recoge Ángeles Rubio-Argüelles en 'Apuntes históricos malacitanos'.

Abello ocultó al pueblo el avance de los gabachos, incluso con noticias falsas para mantener el espíritu de rebeldía de la masa. Tras la heroica pero infructuosa defensa por parte de la artillería establecida en el fuerte de la Boca del Asno, Málaga se preparó para lo peor. A las 14.00 horas del 5 de febrero de 1810, Abello manda tocar generala. «En Teatinos, los defensores se encuentran cara a cara con la vanguardia de las tropas de Sebastiani al mando del general Milhaud, compuesta por 2.500 jinetes; entre ellos, los famosos lanceros polacos», relata la Asociación Histórico Cultural Teodoro Reding.

Los soldados de Napoleón intentaron que la ciudad se rindiera hasta en tres ocasiones, pero los malagueños le plantaron cara y respondieron con descargas de artillería fajándose en un cruento enfrentamiento. A las 16.00 horas comenzó el caos. Sólo una pieza de artillería resistió junto al camino de Antequera, pero no por mucho tiempo. Viendo el panorama, Abello se retiró primero a la Trinidad y después pasó a Capuchinos. Temeroso de ser apresado, huyó por el camino del Colmenar dejando abandonados a sus hombres a merced de los invasores.

Las tropas napoleónicas entraron por Zamarrilla, calle Mármoles y la plaza Mayor (hoy plaza de la Constitución), entre ellos los conocidos lanceros polacos. Una columna se dirigió a Santo Domingo por la Cruz de Humilladero y otra llegó al Perchel a través de la Alameda. Aún así, soldados y paisanos malagueños resistieron encarnizadamente en las calles. «Una de las víctimas de aquella jornada fue el teniente del Regimiento 'Reyna' y ayudante mayor de la plaza, Juan José del Castillo, que murió en las proximidades del convento del Carmen. Este hombre era el abuelo de Cánovas del Castillo», explicó el presidente de la Asociación Teodoro Reding, Jon Valera Muñoz de Toro.

Los franceses se hicieron amos de la ciudad a las 21.00 horas. Al frente de ellos entró el general Sebastiani. Ocurrieron numerosos actos vandálicos y saqueos por parte de los gabachos en forma de represalia.

Conocedor de la derrota, Abello logró escapar a Cádiz, donde fue hecho prisionero y posteriormente libertado por las Cortes. Muchos de sus colaboradores, como el capuchino Berrocal, fueron apresados y mandados ahorcar por Sebastiani -Bernardo San Millán pasó por la horca el 7 de febrero-. En 1820, el nefasto Abello presentó ante Fernando VII un relato de los acontecimientos en el que reivindicaba su actuación, según publicó Manuel Olmedo Checa.

Sebastiani impuso a los malagueños una multa de 12 millones de reales por haber sido la única capital andaluza que hasta entonces se había atrevido a levantarse contra las tropas napoleónicas. Así comenzó dos años de ocupación francesa hasta la liberación de la ciudad el 28 de agosto de 1812 por los soldados del general Ballesteros.

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